María Belén Sampedro Lirio Las nuevas tecnologías pueden suponer un camino hacia una sociedad más informada, sin embargo, existe una brecha generacional que divide a la sociedad entre los informados y los no informados. Esta relación de división se nutre de la exclusión informacional hacia las personas más mayores. Vivimos en una sociedad hiperconectada donde los flujos de información son constantes y crecientes generando múltiples interacciones las cuales generan nuevas formas de comunicación hacia los demás.
Cómo resultado de las nuevas interacciones sociales fruto de las redes de comunicación informáticas, se generan a nuevos espacios donde compartimos, reflexionamos, hacemos política, creamos un sinfín de aspectos vitales que componen nuestro día a día. Es por ello, que para las generaciones de mayor edad pueda suponerles un caos llegando a generar les angustia, estrés por no estar alfabetizados digitalmente.
A su vez, debemos aunar a este aspecto el hecho de que puedan existir prejuicios internos del mismo colectivo que les hagan rehusar de las mismas tecnologías por el falso sentimiento de que no les pertenecen, o bien porque no son un instrumento adaptado para los mismos por lo que no encontrarían un fin objetivo para usarlas o por miedo al cambio, ya que el aprendizaje de una nueva forma de interacción con sus próximos pueda generar les un desequilibrio de su homeostasis.
Las tecnologías deben empatizar con estos temores y ser usadas para su propósito que es conectarnos, es por ello, que para llegar a tal fin debemos adaptarlas para que sean universales, es decir, accesibles para toda la población pudiendo cumplir con los deseos finales de quienes las utilicen, mejorando con ello las condiciones de vida de los mismos.
Son una gran revolución en las vidas del colectivo de las personas mayores ya que no solamente les adentra a un nuevo mundo digital, sino que este mismo les supone una transformación en su vida diaria ya que afectan a sus campos vitales más cercanos como es el empleo, el acceso a la sanidad, trámites bancarios, entre otros aspectos, que incrementarán su propia autonomía.
De igual modo, permitiría el desarrollo de un envejecimiento activo, ya que como anteriormente comentábamos, las nuevas tecnologías propicias la generación de nuevos espacios tecnológicos en los cuales la tercera edad también puede participar y aportar optimizando incluso su autoestima y seguridad en sí mismos.
Es por esta razón por la que me propongo a través del desarrollo de los futuros post dentro de la temática de este apartado, mostrar los diferentes recursos tecnológicos que son de gran utilidad y contribuyen a la generación de bienestar social y un impulso hacia la autonomía de las personas en situación de dependencia.
Si has llegado hasta aquí, solo me queda agradecer tu tiempo e interés. ¡Muchas gracias, hasta pronto!
